martes, 6 de septiembre de 2016

La Revolución Rusa

El Imperio Ruso
Mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial, en el Imperio Ruso se produjo una revolución que, al igual que la Francesa, convulsionó a todo el mundo y a lo largo de todo el siglo XX.



El Imperio Ruso abarcaba un territorio extenso de casi 22 millones de kilómetros cuadrados poblado por unos 170 millones de habitantes pertenecientes a distintas nacionalidades; predominaban los eslavos (rusos, ucranianos, polacos y bielorrusos) y el resto eran turcos, judíos, finlandeses, alemanes y descendientes de mongoles.
Todos ellos debían aceptar la autoridad de un emperador o zar que ejercía su voluntad sin límite alguno pues se consideraba que su poder venía de Dios. El zar gobernaba con el apoyo del ejército, la policía, la nobleza y la Iglesia ortodoxa.
El desarrollo económico del Imperio Ruso era desparejo. Alrededor del 90% de la población se dedicaba a la agricultura, muchos eran campesinos hambrientos y semianalfabetos que cultivaban con las mismas técnicas que sus padres y abuelos. La mayoría de las tierras pertenecían a la nobleza o aristocracia rusa.
La industria había crecido desde mediados del siglo XIX, sólo en algunas ciudades como Moscú, San Petersburgo y Kiev. Con el aporte de capitales y maquinarias fundamentalmente franceses, se dedicaba a la fabricación de armamentos y material ferroviario.
La industrialización permitió el crecimiento del proletariado. En San Petersburgo, por ejemplo, los obreros representaban el 50% de la población. Entre ellos, comenzaron a tener éxito las ideas del socialismo marxista. En 1897, los socialistas habían fundado el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Lenin fue el dirigente de este partido que alcanzó más popularidad entre los obreros de las fábricas. Fue quien adaptó el marxismo a las condiciones específicas de Rusia; planteaba que para terminar con las injusticias del régimen zarista, los obreros debían hacer una revolución y construir una sociedad igualitaria, sin explotadores ni explotados. Desde fines del siglo XIX, comenzaron a desarrollarse muchos conflictos sociales debido a las malas condiciones de vida y de trabajo, a las que se sumaba la falta de libertades sindicales y políticas.

Las revoluciones de 1917: febrero y octubre
El Imperio Ruso participó en la Primera Guerra Mundial en el bando aliado, formaba parte de la Triple Entente. Pero su intervención fue desastrosa. Los alemanes derrotaron con facilidad a su ejército y ocuparon parte de su territorio. Los habitantes de las ciudades y del campo sufrieron los efectos de la guerra: las fábricas cerraban por la falta de materias primas y los campos sembrados fueron destruidos. El hambre, el desempleo y la conflictividad social aumentaron. En el ejército, el desastre militar debilitó la autoridad y provocó el descontento entre los soldados.
En toda Rusia se organizaron soviets (en ruso significa consejo) formados por delegados de soldados, obreros y campesinos que se oponían al gobierno del zar y, a través de su accionar, se fueron convirtiendo en organismos de poder y adquirieron experiencia para la lucha. Tantos años de descontento contra la opresión y las injusticias afloraron en forma explosiva.
A fines de febrero de 1917, el zar Nicolás II ordenó disparar contra una manifestación. Los soldados desobedecieron y se unieron a la multitud. Al no poder controlar la situación, el zar renunció y lo reemplazó un Gobierno Provisional. Estaba integrado por hombres que proponían reformas moderadas y lentas pero nada hicieron para mejorar la situación de la población y terminar con la guerra.
Al no ver satisfechas las principales reivindicaciones, pan, paz y tierra, el descontento popular fue en aumento. Los obreros tomaron el control de las fábricas y los campesinos se apoderaron de las tierras. Muchos soldados, cansados de los sufrimientos de la guerra, desertaron. Otros se rebelaron contra sus oficiales y también organizaron soviets.
Mientras tanto, crecía la influencia de los bolcheviques, socialistas seguidores de Lenin. Éste se fue transformando en el líder del partido y de las masas obreras. Convencido de que había llegado la hora de la revolución proletaria de la que hablara Marx, lanzó la consigna “todo el poder a los soviets”, un grito que se extendió por todo el territorio ruso. 
 Lenin, líder de la Revolución, discurso tras el triunfo.
Pocos meses después de octubre, en la noche del 24 al 25 de octubre, el Gobierno Provisional fue derrocado sin ofrecer resistencias y el Partido Bolchevique y los Soviets tomaron el poder. Al día siguiente, se formó el primer Gobierno Obrero y Campesino del mundo en el que los bolcheviques tenían mayoría. Lenin fue nombrado su presidente. 
Por primera vez en la Historia llegaban al gobierno un partido socialista y organizaciones de obreros y campesinos. No solo por esto la Revolución Rusa fue el hecho histórico más importante del siglo XX. Además, porque casi todo lo que sucedió a lo largo de ese siglo estuvo relacionado, directa o indirectamente, en apoyo u oposición, con esta revolución.

La construcción del Estado Soviético
Los bolcheviques necesitaban terminar la guerra para comenzar a construir un país socialista. Además, era la principal demanda de la población. Por este motivo, una de las primeras medidas aprobadas por el nuevo gobierno fue la firma de un tratado de paz con Alemania. Por este acuerdo los bolcheviques se vieron obligados a ceder a los alemanes un cuarto de su territorio y cantidades importantes de hierro y carbón. Sin embargo, después de la derrota de Alemania, a fines de 1918, y con los tratados de paz -que analizamos anteriormente- en gran parte de estos territorios se formaron países independientes como Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania. Otra de las medidas tomadas por el Gobierno Obrero y Campesino fue la eliminación de la propiedad privada. Las tierras ya no pertenecían a la aristocracia. El nuevo gobierno entregó la tierra a todos los ciudadanos que desearan trabajarla. La compra, venta y alquiler de la tierra así como el empleo asalariado, fueron prohibidos. Otra medida importante fue el control de los obreros sobre las empresas de más de cinco trabajadores y la nacionalización de los bancos.
Estas medidas y el tratado firmado con los alemanes despertaron el horror y la indignación de los gobiernos occidentales. Sin embargo, no se creía que el nuevo gobierno, llamado soviético sobreviviera. Se esperaba que en días o semanas fuera derrotado por el “ejército blanco”, apoyado por quienes estaban en contra de la revolución y querían la restitución del zar, entre ellos, las principales potencias occidentales. Para defenderse, el gobierno soviético organizó el “ejército rojo” integrado por obreros, soldados y campesinos que defendían la revolución. Finalmente, tras una larga guerra civil que duró entre 1917 y 1921, los “rojos” lograron vencer a los “blancos”.
A pesar del triunfo, la guerra civil dejó sus huellas. Se creó un nuevo Estado, muy centralizado en manos del Partido Bolchevique, llamado Comunista desde 1918. Se prohibieron las críticas internas y se constituyó un sistema de partido único, al que se denominó dictadura del proletariado. En materia económica, se confiscó los granos a los campesinos, una medida muy antipopular. En 1921, al finalizar la guerra civil, el panorama era desolador.
“Los principales dirigentes bolcheviques y muchos obreros habían muerto en la guerra. Además, la economía estaba paralizada y destruida; la población sufría hambre y desocupación. Hasta los principales defensores de la Revolución, los obreros fabriles, comenzaron a perder su confianza en ella. El gobierno revolucionario necesitaba estimular la producción. Para ello, aplicó una Nueva Política Económica (N.E.P.) que permitía la libertad de comercio para los pequeños productores, alentaba la producción agrícola y la fabricación de bienes de consumo como textiles, herramientas y otros. También las autoridades reorganizaron el Estado. Un congreso, al que asistieron los representantes de las diferentes zonas que integraban el ex Imperio Ruso, aprobó una constitución que establecía un sistema político federal, el respeto de las distintas nacionalidades y la igualdad entre todos los pueblos. En 1922, el Estado pasó a llamarse Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.). El Partido Comunista controlaba todo el poder. Los resultados de la N.E.P. no fueron exitosos. En una situación de penuria económica y desocupación, la revolución sufrió una gran pérdida. En 1924, luego de una larga enfermedad, moría su principal dirigente, Vladimir Ilich Lenin. Lo sucedió José Stalin. Bajo su gobierno, la U.R.S.S. se transformaría en una gran potencia mundial.” 
Tobío, Pipkin y Scaltritti. “Siglo XX: la Argentina en América y el mundo”. Buenos Aires, Kapelusz, 1998, p. 75.

Fuente: Historia Mundial Contemporánea. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Buenos Aires, 2007.

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