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La Libertad guiando al pueblo. Eugène Delacroix. París, 1830. |
Durante el siglo XIX la escritura de la historia estuvo ligada a los cánones del positivismo, que aspiraba a dar una imagen exacta y completa del pasado a partir de unas fuentes históricamente puras, fijando reglas para determinar qué se podía considerar historia científica, para lograr la imparcialidad del historiador, cuya labor debía basar en el trabajo de archivo y la crítica a las fuentes. Muchos se limitaron a buscar y analizar documentos, sin crear un marco explicativo más amplio, creyendo que el conocimiento histórico procede en forma acumulativa y progresiva. Esa corriente, con pretendida cientificidad, centraba su atención en los grandes personajes, los héroes y las instituciones políticas, invisibilizando procesos y sectores sociales y económicos. De su crítica surgieron nuevas miradas que aportaron al desarrollo del conocimiento histórico.
La Historia Social es un nuevo modo de concebir el objeto y método histórico, frente a las formas tradicionales de hacer historia, que surgió en el período de entreguerras y se consolidó luego de la Segunda Guerra Mundial. Representada por diversas corrientes historiográficas, la historia social se caracteriza por su interés en indagar sobre los elementos estructurales de la dinámica social y la acción de los sujetos históricos.
Entre las corrientes historiográficas que aportan a la Historia Social podemos destacar a la Escuela francesa de los Annales, fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre. Surgida durante la primera mitad del siglo XX, ataca los fundamentos de la escuela positivista desde una claro compromiso social. Negará el documento escrito como fuente indiscutible y máxima de conocimiento histórico. En cambio toda realización que parta de la actividad humana será una fuente. Tratará de comprender y explicar el pasado de cada pueblo en todas sus dimensiones, para lo que utilizarán todas las ciencias auxiliares que les sirvan en su tarea. La economía y la sociedad pasaron a ser el objeto de estudio de la Historia, por encima de las instituciones y los personajes que pasan a tener un lugar secundario. La escuela tiene un marcado espíritu crítico del capitalismo dominante, y lucha contra la historia política como la única válida. Frente al hecho histórico se muestra partidario de la historia como problema y de formular hipótesis.
Una de las principales tradiciones historiográficas que aportan a la historia social es la que constituyen el grupo de historiadores marxistas británicos, M. Dobb, C. Hill, R. Hilton, E. Hobsbawm, R. Samuel y E. Thompson. Representan una ruptura en la forma de pensar y hacer historia, ha hecho importantes contribuciones a la historia de la clase obrera, de las naciones oprimidas. Privilegia la investigación sobre los sujetos que estuvieron excluidos de la historia académica y se orienta hacia temas como la formación de la clase obrera, las luchas de los pueblos por la descolonización tras la Segunda Guerra Mundial, la vida de los campesinos, las resistencias obreras, las vivencias de los jóvenes y de las mujeres que no son frecuentemente registradas por la historia oficial. Esta perspectiva categorizada como una historia desde abajo proviene de uno de los integrantes de grupo, E. P. Thompson: quería hacer una “historia desde abajo hacia arriba”, para contraponerse a la tradición historiográfica que solo estudiaba a los vencedores, aunque no debía dejar de estudiarlos. Otro de los integrantes destacados de este grupo es, Eric Hobsbawm, quién sostiene que “la historia de la clase obrera, al igual que todas las ciencias sociales, se ocupa de cambiar el mundo tanto como de interpretarlo”. Esta renovación teórica generó un valioso aporte al conocimiento, proponiendo otros enfoques -como la “historia desde abajo”- convirtiéndose, junto a la Escuela de los Annales en Francia, en una de las corrientes más significativas de la historiografía del siglo XX.
Otro aporte en el campo de la historia social lo constituyen los estudios de la microhistoria, que planteará reducir la escala de observación para poder percibir a los actores sociales de carne y hueso. Con este enfoque Carlo Ginzburg supone que la historia es la disciplina de lo concreto, lo irrepetible, lo singular y lo cualitativo; supone además que nuestro conocimiento de la realidad es indirecto, mediado y fragmentario. Es evidente que esta concepción se opone a la pretensión de un conocimiento sistemático y cuantitativo, tal como lo proponían los esquemas macrosociales.
En la actualidad, nuevos estudios históricos consideran a los fenómenos sociales múltiples y cambiantes. Enfoques y miradas nuevas se presentan en el campo de los estudios históricos. La historia de los jóvenes, historia de las mujeres y estudio de género, historia de la vida privada, entre otros. Referencias que dan cuenta de la diversidad y variedad de miradas en lo que constituye la nueva historia social.